La vulvovaginitis es uno de los problemas ginecológicos más frecuentes.
Una amplia variedad de trastornos puede producir síntomas vulvovaginales.
La vulva está constituida por el monte de Venus, los labios mayores y menores, el cítoris y el vestíbulo; contiene el meato urinario, el orificio vaginal, las glándulas de Bartholin (glándulas vestibulares mayores), los conductos de las glándulas de Skene (uretrales) y las glándulas vestibulares menores.
La vulva es susceptible a cualquier trastorno que afecte la piel y las estructuras relacionadas , incluidas psoriasis, reacciones de hipersensibilidad y neoplasias benignas y malignas.
La vaginitis se caracteriza por uno o más de los siguientes síntomas: aumento del volumen de secreción; color anormal (amarillento o verdoso); prurito vulvar, irritación o ardor dispareunia y mal olor.
Las vaginitis pueden ser causadas por microorganismos infecciosos (p. ej., especies de Candida, Gardnerella y Trichomonas) o por cambios atróficos.
Los síntomas de otros trastornos vulvovaginales, como las distrofías vulvares, las dermatitis vulvares y otras afecciones cutáneas de la vulva, pueden ser similares a los de las vaginitis.
La infección aguda por el virus del herpes simple genital puede causar síntomas vulvares que requieren valoración y tratamiento expeditos.
El tratamiento de la vulvovaginitis va a depender del agente etiológico que la este provocando, así mismo los medios de cultivo y diagnóstico pueden variar, siendo un factor determinante la experiencia clínica del médico tratante.
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